¿Quieres abrir tu propio negocio, pero no sabes por dónde empezar? En nuestro país, los emprendedores se están configurando como la fuerza laboral del futuro. Ahora bien, poner una empresa en marcha es un proceso largo y complejo, durante el cual, se deben tener en cuenta toda una serie de aspectos. Como por ejemplo, pensar en la actividad que desarrollarás y en las expectativas de éxito que puede tener. Normalmente, se suele pensar sobre todo en el ahorro de costes, pero en realidad lo más importante es tener una buena idea de negocio.
Fases esenciales para constituir una empresa
En primer lugar, hay que aclarar que de entrada no hay buenas ni malas ideas. Desde el punto de vista de la gestión no se puede saber qué funcionará y qué no. Por ello, se necesita coherencia del proyecto. En este sentido, es importante tener en cuenta las expectativas de tu objetivo, el contexto económico de la ciudad donde lo establecerás, la competencia, entre otros aspectos.
El siguiente paso es documentar toda la información sobre tu idea. Es decir, la competencia, el objetivo, ¿dónde y quién vender?, ¿por qué?, ¿cómo? En definitiva, elaborar un estudio de mercado que te deje las cosas claras, te ayude a conocer el entorno y lograr el éxito de tu proyecto.
En este punto, el proyecto ya empieza a tomar forma y ahora hay que garantizar la solvencia del mismo. Aquí el objetivo es en cierto modo, garantizar su futuro. Por ello, deberás hacer previsiones financieras sobre los salarios, compras materiales e inmateriales, ventas por mes y año, la cuenta de resultados o el balance general.
Es la hora de hacer un plan de negocio o Business Plan. Este documento representa tener tu proyecto en un dossier. Esto es lo que deberás presentar a los inversores. Cuando lo hagas tendrás que ponerte en su lugar. Por tanto, deberá quedar claro, preciso y conciso.
Ahora bien, para desarrollar o implementar tu negocio es esencial definir la forma de financiación. Si es a través de ahorros personales, subvenciones estatales o locales, préstamos bancarios personales, capitalización del paro, etc.
Otro aspecto fundamental es escoger la forma jurídica de tu compañía: Empresario individual, Sociedad Limitada y Sociedad Anónima, Comunidad de Bienes… Aquí deberás tener en cuenta una serie de factores de diferente naturaleza para encontrar la fórmula más adecuada. Por ejemplo, deberás tener en consideración el número de socios que seréis, si los socios trabajarán en la empresa o no, cuántos de vosotros lo haréis, la responsabilidad patrimonial que asumirá cada socio, la previsión de ingresos, la planificación fiscal atendiendo los ingresos y el tipo de negocio. Todo ello, formará parte del plan jurídico-mercantil que debes realizar antes de la creación de una empresa.
Llegamos a la última fase: la de la implementación. Tu idea ya se ha convertido en un proyecto, has encontrado inversores y has definido el estatus legal para tu empresa… Ahora que ya te has instalado físicamente, tienes que salir fuera para conseguir los primeros clientes. Asegúrate de tener las cuentas actualizadas para anticipar y diseñar mejor el futuro de tu negocio.
La importancia de asegurar tu empresa
Por otra parte, en el mundo de los negocios no podemos obviar la necesidad de contar con un seguro. De hecho, hay pólizas que son obligatorias para la mayoría de empresas. Nos referimos al seguro de Responsabilidad Civil y al de accidentes.
En el primer caso, – si no es obligatorio al 100% – es absolutamente recomendable contratarlo, para que puedas hacerte cargo de todas aquellas reclamaciones de tipo civil que puedan derivarse del desarrollo de tu actividad profesional.
En cuanto a la póliza de accidentes laborales. Todas las empresas con trabajadores están obligadas a tenerla contratada. En este caso está muy ligada al convenio colectivo de la empresa. Normalmente, cubre accidentes, incapacidad permanente o muerte del trabajador.
Por otra parte, hay otros seguros que son opcionales. Como por ejemplo, los de Responsabilidad Civil de productos, relacionados con los daños que pueda causar el producto en cuestión; los de Responsabilidad Civil Patronal, que se basan en los prejuicios que se puedan derivar de la relación de la empresa con los trabajadores y, también, los de Responsabilidad Civil de Explotación, que son los que están directamente relacionados con la actividad profesional que desarrolla la empresa.
Finalmente, también es aconsejable que contrates un seguro multirriesgo que cubra la oficina o tienda donde te hayas establecido. Esta póliza cubrirá los daños de tu local y también, los perjuicios que puedas ocasionar a los vecinos.
Si tienes cualquier duda sobre los mejores seguros para tu compañía, en Cobertis te podemos asesorar para que elijas la opción más adecuada.